lunes, 22 de abril de 2013

¿VICTIMAS?

Quienes me conocen o me han escuchado alguna vez, sabrán que no comparto el hecho de que la mujer sea vista como una víctima del machismo, yo creo que esa victimización es un recurso utilizado por las mismas mujeres para hacer sentir culpable al supuesto victimario, lo cual vuelve una relación enfermiza.

¿Por qué digo esto?  Porque hace unos días pude comprobarlo.

El caso es de una mujer de 33 años, separada (no estuvo casada), con cuatro hijos entre las edades de 5 a 12 años.
A los chicos mayores, los de 7 a 12 años, les invitaron para asistir a un campamento al cual ellos siempre habían querido ir pero por falta de recursos económicos no habían podido hacerlo.  Sin embargo, una familia que supo de esta situación decidió cubrir el costo para que ellos no se perdieran esa experiencia.
Los chicos estaban re felices y emocionados, contando los días que los separaban del fin de semana, serían tres días inolvidables, de viernes al domingo.  Yo compartí esa emoción con ellos esperando que la experiencia fuera lo mejor.

Ese viernes vi llegar a la madre sola, cuando le pregunté por los niños me dijo que no iban a ir al campamento porque el padre no quería, que se había molestado porque ella no le consultó antes si él les daba permiso para ir, así que, para demostrar quién era el que mandaba, impidió que sus hijos aprovecharan esa oportunidad.  De nada sirvieron las lágrimas de su hija, que a sus escasos 7 años no podía comprender por qué no podría realizar uno de sus mayores deseos.

Cuando la madre me contó todo eso, estaba llorando, yo me molesté mucho, - pero ¿por qué no te impusiste? - es que usted no lo conoce me respondió.
¿Tienes pena que ya no te dé la pensión para los niños o que te quiera golpear?  Mira que si acudes a la ley te protegen y lo obligan a cumplir con sus obligaciones.
- No, si apenas si me da, la mayor parte de los gastos los cubro con lo que yo gano.

¿Entonces? - Me da pena que me haga un lío, que me llegue a hacer un escándalo, es que él no me deja hacer nada, yo no puedo decidir.

No voy a especificar todo lo que le dije, traté de hacerla comprender que el daño no sólo lo sentía ella sino los niños también, que con el tiempo ellos le recriminarían el hecho de no haberlos apoyado ni luchado por sus derechos.  Ella me escuchó callada, derramando sus lágrimas, y al final sólo me dijo - cómo me gustaría tener su carácter.

Yo casi echo rayos, cuando la escucho más tarde, hablando con el susodicho por teléfono, ay no, no hay caso con estas pobres mujeres, están como están porque ellas quieren.




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