miércoles, 25 de diciembre de 2013

DE NUESTRAS TRADICIONES NAVIDEÑAS

Algo que no falta en la mesa de los guatemaltecos en Navidad, son los tamales, hechos de harina de maíz o de harina de arroz o de la mezcla de ambos, es la preocupación de todas las amas de casa, que si los compro, que si los hago, en fin, que no pueden faltar.

Con toda mi experiencia pasada, este año no quería comprarlos, porque no siempre se obtiene lo que uno desea, así que me propuse hacerlos, para eso empleé el fin de semana, ya que por mi trabajo no me daba tiempo hacerlo en la víspera como regularmente se acostumbra.
El sábado 21 hice las compras, me decidí hacerlos con dos libras de arroz y una de maíz salpor, así que la masa y el recado quedaron preparados el sábado, también la carne de cerdo cocida.
El domingo 22 lavé las hojas y los envolví, poniéndole sus aceitunas, alcaparras y chile pimiento, sólo me salieron 23 y yo tenía pensado que serían 35 :( me parece que las libras no estaban cabales, otra forma de corrupción :(

Después de darle dos horas de cocimiento, para asegurarme que estuvieran bien cocidos, los apagué y he aquí el resultado, el tamal más rico y mejor de todos los que he preparado :)


sábado, 7 de diciembre de 2013

EL SALON DE BELLEZA

El sábado pasado, ocho días ya, fui a recortarme el cabello, siento que me crece muy rápido y cada mes es casi obligatorio ir a darle forma.

Esta vez mi nuera quiso acompañarme pues ella también necesitaba algunos arreglos, así que dejó a los niños con mi hijo y nos fuimos algo temprano, no tan temprano como yo quería ya que tenía que dejar lavada y tendida la ropa para aprovechar el sol de la mañana, además de que tenía que pasar a casa de mi hermana para poder ver a mi mamá, darle un buen apapacho y muchos besos, bueno, lo del apapacho fue un decir porque con su brazo roto no podía hacerle mucha presión.

El salón queda a 10 kms de mi casa, pero el tráfico hacia esa zona es muy cargado porque es salida a la carretera Interamericana, la propietaria se llama Marcela y es amiga de mi hija desde que eran pequeñas ya que estudiaron juntas la primaria.  Ella tenía un pequeño salón en su casa, a cuatro cuadras de la mía, eso para mí era ideal, pero al crecer su clientela tuvo que agrandar el negocio y contratar colaboradoras, así que se fue un poco más lejos.

Llegamos a las 11:45 a.m. y aunque vimos que tanto Marcela como sus dos colaboradoras estaban atendiendo a sus respectivas clientes, no había nadie más esperando, lo cual nos tranquilizó bastante porque Vilvit, mi nuera, tenía que regresar antes de las 2:00 p.m. ya que mi hijo tenía un compromiso a las 2:30 y no podía llevarse a los niños.  Las dos horas que hacían falta para entonces nos pareció un tiempo prudencial para regresar tranquilamente.

Con lo que no contábamos, era con las clientes, cuando empezaron a pasar los minutos y las horas y Marcela seguía con las mismas dos, estaba atendiendo alternativamente, mientras a una le hacían el pedicure, la otra se encrespaba el cabello, cuando a la otra le tocaba el cabello a la una le hacían el manicure, en fin que dio la una, la una treinta y nosotras sentadas esperando, más clientes fueron llegando, algunas se quedaban y otras se marchaban.

Vilvit preocupada por los niños, llamó a mi hijo Daniel, para decirle que los llevara a mi casa, ahí mi hijo Jorge los cuidaría mientras nosotras llegábamos, por supuesto que yo había hablado antes con Jorge para pedirle ese favor, así que seguimos esperando.

El colmo fue cuando una de las clientes se vio el peinado y dijo que no le gustaba, que la peinaran otra vez, yo empecé a enfurecerme, ya eran las 3:00 p.m. y nosotras sin almorzar, cansadas de estar sentadas y pensando en lo que aún teníamos que hacer y en lo desesperado que estaría Jorge con los niños.  Yo tenía la intención de irme pero Vilvit me hacía ver que si ya habíamos esperado tanto que lo hiciéramos un rato más, igual tenía que regresar otro día y que era mejor esperar de una vez.

Finalmente, y después de haberles puesto las pestañas postizas y maquillarlas, las clientes fastidiosas se fueron y a las 4:00 p.m. pude ser atendida.  Todas las veces que escuchaba historias similares de algunas otras personas, me costaba dar crédito que les llevara tanto tiempo ir al salón de belleza, pero quedó comprobado, hay mujeres que les encanta pasar el día ahí, para salir transformadas, aunque a la vuelta de la esquina un viento huracanado o un chaparrón les deshaga todo lo que se hicieron.  A nosotras no nos llevó más de media hora el corte y llegamos a casa a las 6:00 p.m.