Todavía no me lo puedo creer, finalmente, ¡estoy de vacaciones! Después de esperar todo un año, llegaron las merecidas vacaciones y esta vez fueron muy deseadas, ya que desde finales del 2013 se hicieron los planes para visitar México.
Fueron siete meses, que se pasaron volando, como mencioné en una entrada anterior, el año se va sin sentir. Afortunadamente para mí, todo fue saliendo muy bien, sobre ruedas como se dice, ningún obstáculo, ningún contratiempo, es que cuando Dios está de nuestro lado, todas las cosas ayudan para bien.
Estaré cuatro días en casa, preparando los viajes que se vienen en los próximos días, tengo que hacer compras, algunos souvenirs para mis amigos mexicanos, y otros encargos de mi hijo, que se vienen en un larga lista, espero que tanto el dinero como el tiempo, sean suficientes.
Tengo muchas expectativas de ambos viajes, el primero, el de conocer a personas que quiero mucho, si, se puede querer a pesar de no conocerse personalmente, así que en esta reunión esos lazos de amistad y cariño serán fortalecidos. Conocer la ciudad de México, es la primera vez que voy al vecino país, y tengo tantas ganas de probar esos platillos tan deliciosos que supongo en su país de origen son mejores que las copias que venden aquí, jajaja.
El segundo, será para pasar un tiempo con mi hijo y su esposa, a los que no veo desde hace tres años y unos meses, estar con ellos y preparar alguna comida que mi hijo desee no tiene precio, a cambio él me llevará a San Luis, Missouri, para ver jugar a los Cardenales contra los Medias Rojas de Boston, ¿se puede pedir más? Yo pienso que no, Dios es muy bueno, más que bueno.