domingo, 20 de abril de 2014

EL RESUCITO

Fue muy agradable este Domingo de Resurrección, recibir saludos como "Happy Easter" o "Happy Passover" de mis amigos en el extranjero, pero también algunos "Felices Pascuas" se dejaron leer, y más aún, personalmente escuché varios "El vive" "El resucitó" "Cristo vive".

Es tan bueno saber que las personas tienen el conocimiento de la Resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y más aún, no sienten vergüenza de decirlo, como hace un tiempo sucedía.

Para mí, aparte de lo bien que se siente, me pasa como con los otros días especiales, el "Día del Cariño", el "Día de la Madre", el "Día del Padre", "Navidad", son fechas muy significativas y especiales para quedar bien con nuestros seres queridos, ese día la mayoría se esmera por obsequiar un regalito, flores, invitar a una cena, en fin se trata de agradar a las personas amadas, pero ... eso no debería ser todo ni debería quedar ahí.

Solemos decir que cada día es el día de la madre, que debemos honrarla, amarla y respetarla todos los días, o que el día del cariño también debe ser todos los días, para mostrar afecto por las personas y hacer prevalecer el amor sobre todas las cosas.  Igual es Navidad, todo el año deberíamos recordar que Dios se hizo hombre para nacer de una mujer y venir a padecer a la Tierra lo que cada uno de nosotros debería pasar.

Así la Resurrección tiene que estar presente cada día de nuestra vida, la Resurrección de Jesús, es nuestra esperanza en la vida eterna, así como El se levantó de los muertos, así nosotros también lo haremos para vivir con El eternamente y para siempre.

Porque El vive no temo el mañana
Porque El vive mi temor se fue
Porque yo sé que El conoce mi futuro
Yo sé que vale la pena vivir
Porque El vive en mí.

domingo, 13 de abril de 2014

FUE POR AMOR

Era un domingo como otro cualquiera, la gente esperaba con mucha expectación la llegada de aquel hombre que había hecho nacer sus esperanzas de verse librados de la mano opresora de los romanos.  El que había devuelto la vista a los ciegos, y había hecho hablar a los mudos, el que había liberado a los endemoniados y hasta había resucitado a algunos de los muertos.  El Hijo de Dios.

Cuando Jesús entró a Jerusalén sentado en un asno, posiblemente no era la imagen que se esperaba tener, la que mostrara el poderío de un Rey, quizá hubiera impactado más si fuera sentado en un brioso caballo.
Sin embargo, la multitud de seguidores gritaba muy emocionada "¡Hosanna! ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" y a su paso iban colocando una alfombra con sus túnicas y ramas de los árboles que cortaban por el camino, transformando así ese domingo cualquiera, en el Domingo de Ramos.

La imagen de ese día, era como un día de fiesta, ahora sí, se decían, seremos liberados de esta esclavitud.  No habían comprendido que la esclavitud de la que Jesús había hablado, era otra.

Pasaron los días, Jesús seguía enseñando y preparando a esos fieles seguidores para lo que vendría más adelante, aunque ellos mismos no lo entendían ya que sus mentes no alcanzaban a comprender cuál era la verdadera misión de su Salvador.

Al final de la semana, cuando Jesús es apresado, todos sus seguidores, aquellos que lo seguían día a día, los que fueron alimentados con unos cuantos panes y pocos peces, los que vieron todos  los milagros, se sintieron defraudados, finalmente aquel hombre era un impostor, no los salvaría de nada, lo azotaron, lo torturaron y luego de ser escarnecido fue finalmente crucificado.  No pudo salvarse a sí mismo.

Y cuando ya esos seguidores temerosos, dispersados y escondidos, con sus esperanzas rotas, no sabían qué rumbo tomarían sus vidas, son alertados de la resurrección de su Rey y Señor, su gozo fue inmenso, El no los había abandonado y nunca lo haría, estaría con ellos todos los días hasta el fin del mundo, cuando vendría a traerlos para llevarlos con El.

¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!

lunes, 7 de abril de 2014

EL REGRESO A LA MONTAÑA FRIA


Noche de domingo, después de mucha calle, mucho béisbol, encendí el televisor pensando que se pasaría el fin de semana sin haber visto una bonita película.  Afortunadamente estaba empezando Cold Mountain, digo afortunadamente porque por lo regular veo la última parte de una película y unas semanas después veo el principio.

La historia está centrada en Ada (Nicole Kidman) que llegando a Cold Mountain desde Charlestone, siguiendo a su padre que es ministro evangélico, conoce a Inman (Jude Law) un carpintero muy tímido que está trabajando en la construcción de la Iglesia del pueblo.

El país está a un paso de desencadenar en una guerra civil, a la cual Inman tiene que ir, sin haber cruzado más que unas pocas palabras, Ada e Inman se enamoran, antes de partir ella le regala un libro y una fotografía, él le roba un beso.

La guerra es cruel, Inman es herido y al salir del hospital emprende su regreso a Cold Mountain, escondiéndose de los cazadores de desertores, libra algunas batallas contra el frío, el hambre y los cazadores.

Por su parte Ada, quien no sabe hacer nada de oficios domésticos, mucho menos atender una granja, se ve sola al fallecer su padre, sin poder hacer nada, se dedica a escribir cartas para Inman, viviendo en un completo abandono, siendo alimentada por vecinos que se compadecen de ella.

Afortunadamente sus vecinos le mandan un ángel, Ruby (Renée Zellweger), una mujer que ha sido enfrentada desde su niñez a vivir una vida de trabajo y mucho esfuerzo.  Ruby ayuda a Ada a salir adelante, a enderezar la granja y sobrevivir la guerra.

Una historia romántica que duele, la crudeza de la guerra atacando lo que se interpone a su paso, mujeres valientes que sacan fuerzas de flaqueza mientras esperan a sus hombres, desalmados que obtienen su merecido y la alegría mezclada con el dolor a través de la música.  Valió la pena el desvelo.