¿MADUREZ = TRANQUILIDAD?

Recientemente leí en el blog de una amiga, sobre un profesor en India que les decía a sus alumnos que la juventud era sinónimo de felicidad, que ellos en medio de sus luchas diarias miran las cosas dichosamente, que por el contrario la gente cuando envejece pierde toda la alegría de vivir, que muchos de nosotros al llegar a la madurez nos volvemos torpes, insensibles a la alegría y a la belleza que nos rodea y que muchos de los rostros viejos se ven tristes, enfermos, retraídos, solitarios y sin una sonrisa.
Creo que el mensaje principal, a lo que él se refería es a esa vida llena de energía, de sueños por cumplir, de un mundo asombroso que está dispuesto a dejarse descubrir, tener una mente despierta a lo que está por venir.

Es verdad que la juventud es una época muy bonita, quién no la recuerda con nostalgia y quizá algunos con deseos de volver a vivir, pero inmediatamente me vino el recuerdo de una conversación que días atrás tuve con mi hermana próxima a cumplir sus 60 años, cuando me decía que no recordaba otro tiempo tan feliz como éste que estaba viviendo, disfrutando la vida sin sobresaltos, temores o angustias, viendo crecer a sus nietos y dándole su tiempo y amor a su familia sin descuidar sus intereses y atención por ella misma.  Así que me puse a hacer un balance de mi vida y aunque me faltan aún 5 años para tener la edad de ella, jaja, le di la razón, se siente tan bien ver para atrás con la satisfacción de haber cumplido con lo que la vida nos deparó, quizá no fue lo que esperábamos, quizá en nuestra juventud imaginamos otras cosas, quizá no tuvimos lo que quisimos pero eso no es impedimento para sentir tranquilidad por lo ya vivido.
No quiere decir que la vida ya se terminó, de ninguna manera, es sólo que lo viene se recibe y se disfruta sin temer que algo podrá salir mal, es como un bono extra, cada día es un regalo, cada salida de Sol es una promesa, la vida es bella y aún podemos disfrutarla.

Las luchas, las responsabilidades, los sueños, son otros, quizá ya sin tanto afán, ya podría decirse que nos dejamos llevar sin oponer resistencia, ¿Que hay enfermedad, si, mi hermana es diabética, y aunque yo por el momento no tengo ningún padecimiento, seguramente no me escaparé a ellos, es parte del proceso que tenemos que pasar, el cuerpo se deteriora y se cansa, sin embargo, no debe haber ningún espacio para la tristeza, ni la frustración ni la depresión, la poca energía que nos queda debemos invertirla bien, vale la pena hacerlo, la actitud no es de derrota sino de victoria, ¡lo hemos logrado!

Así que me alegro por mi hermana y me alegro por mí, porque no sabemos aún lo que los años que nos quedan nos traerán, pero... ¡cómo los gozaremos!